La llamada ‘hormona del estrés’ (cortisol) aparece ante situaciones que el cuerpo considera amenazantes, y arrasa con la producción del colágeno. Si éste desciende, las arrugas tienen la puerta abierta para proliferar.

El cortisol y el colágeno son inversamente proporcionales: cuando el primero aumenta (ante una situación de estrés se genera gran cantidad de esta hormona), el segundo disminuye drásticamente, lo que desemboca en la aparición de las arrugas. Y es que el cortisol se libera en respuesta a situaciones que el cuerpo percibe como de peligro, y desempeña un papel crucial en la respuesta de ‘alerta’ del organismo. Numerosos estudios sugieren que las personas expuestas a estrés envejecen más rápidamente.

La Dra. Sara Carrasco, dermatóloga directora de la clínica con su nombre, puntualiza que “el cortisol hace que tengamos más azúcar en sangre para que en momentos puntuales de estrés y actividad nuestras células funcionen mejor.”

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