Durante los días previos a la menstruación (y durante la misma) notamos cómo nuestro humor cambia: nos volvemos más sensibles, estamos, quizá, menos receptivas y cualquier cuestión podríamos magnificarla. Pero los cambios en nuestras hormonas no son los únicos que sufren los estragos del periodo, también nuestra piel. Durante las distintas fases del ciclo menstrual se produce una fluctuación en la concentración sanguínea de estrógenos y progesterona que producen una serie de alteraciones fisiológicas y psicosociales en la mujer.

Se trata de 28 días en los que nuestra piel recorre el camino de las hormonas, un camino que influye en su hidratación, cantidad y calidad del sebo e incluso en la formación de colágeno. «En este ciclo de 28 días (ciclo menstrual) diferenciamos dos partes: fase 1 o premenstrual, dirigida por los estrógenos hasta que ovulamos y la fase 2 o fase luteica, regulada por la progesterona, de la que primero tenemos un aumento y después una caída brusca, dice la Dra. Sara Carrasco, dermatóloga de la Fundación Piel Sana de la AEDV.

Los estrógenos están relacionados con el mantenimiento de la hidratación de la piel e incluso con la protección del colágeno de la dermis. Son los responsables de que en esta parte del ciclo nuestra piel este más luminoso y radiante, son nuestro glow natural.

Y también tiene su lado negativo… Explica Sara Carrasco que los estrógenos potencian las alteraciones en la pigmentación y se consideran un factor importante en la formación del melasma: «Si siempre es importante utilizar un factor de protección solar todavía más en la primera fase del ciclo».